Dice un refrán popular que el traje hace al monje y ciertamente la apariencia externa dice mucho de la persona pero, la forma de expresarse es la carta de presentación para cada una de las circunstancias de la vida.
La forma vulgar de comunicación se convierte de inmediato en una antipatía hacia el interlocutor.Sin embargo, cuando tenemos delante a alguien que respeta al idioma utilizándolo de forma bella y correcta, nos animamos a compartir su compañía.
El idioma español tiene una riqueza inigualable. Según los expertos es el más rico de todos. La Real Academia de la Lengua propone gran cantidad de sinónimos, antónimos, acepciones y giros idiomáticos que permiten expresar los sentimientos sin ambigüedades y de mil maneras diferentes.
En todo el mundo hay más de 400 millones de nativos de español. Naturalmente, la pronunciación y el uso del español a nivel oral varían según el país, pero las diferencias regionales no son tan importantes como para que el idioma sea incomprensible para los hablantes de las diferentes regiones.
Y aunque pertenecer a esta comunidad lingüística es de gran orgullo para los hispanohablantes, la realidad actual nos alerta ante la pobreza de vocabulario de los más jóvenes
En el uso correcto del idioma se incluyen la semántica que está relacionada con el significado de las palabras y de manera general con la utilización del vocabulario, la ortografía en la expresión escrita, y la pronunciación que tiene en cuenta la correcta articulación de los fonemas.
Además, es válido referirme al énfasis en el habla que destaca situaciones de ira, alegría, tristeza, desilusión, optimismo, la interrogación o duda y en estos casos el idioma español proporciona el matiz preciso para el entendimiento.
Las palabras constituyen la envoltura material del pensamiento, por tanto, buscar las mejores y las requeridas para cada texto, es un deber de quienes le debemos este legado a José Martí, Miguel de Cervantes y muchas otras figuras relevantes de la lengua española.
