El matrimonio entre personas, también a debate

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Lucha contra la homofobia
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Lucha contra la homofobia

La consulta popular de la propuesta del Proyecto de Constitución de la República de Cuba ha suscitado por estos días mucha polémica. Uno de los artículos discutidos con más fuerza es el número 68, concerniente al matrimonio entre personas.

Opiniones distintas en cuanto a su aprobación o no, ponen en dudas, a mi juicio, si los cubanos estamos preparados para asumir un cambio tan radical.

La sociedad cubana, patriarcal por idiosincrasia, con una población envejecida y con representaciones sociales machistas, muestra cierta resistencia al cambio.

Con los nuevos tiempos reconocemos la homosexualidad como una preferencia sexual, que nada tiene que ver con una enfermedad o conducta desviada.

Sin embargo, reconozco que tenemos de base una formación homofóbica, con patrones de conducta propios de nuestra cultura y la latinoamericana en la que la familia, núcleo fundamental de la sociedad la componen entre sus entes insustituibles la figura materna y la paterna, que la convierten en una familia funcional.

Somos además herederos de una tradición religiosa con cánones bien marcados sobre el surgimiento del hombre en el que intervienen Adán y Eva (un hombre y una mujer).

Este es un fenómeno social que no atañe solo a Cuba, sino al resto de la comunidad mundial integrada por más de 190 país y donde en solo 23 es lícito este tipo de matrimonio.

Tan antigua como la civilización misma son las preferencias sexuales por personas del mismo sexo, cuya primera aparición registrada de una unión emocional profunda entre hombres (Aquiles y Patroclo) antiguos en la antigua cultura griega fue en la Ilíada de Homero, según citan algunas bibliografías, aunque existen opiniones diferente s al respecto.

La inserción de la Comunidad de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales (LGBT) dentro de nuestra sociedad es necesaria si pretendemos lograr una verdadera igualdad de los ciudadanos cubanos.

Soy testigo del sufrimiento de algunas personas que por no ser aceptadas socialmente (aunque ello no implique, su exclusión de las escuelas, centros laborales o cualquier espacio público) se excluyeron en pequeños grupos, o emigraron del país para poder expresar su sexualidad plenamente, sin constituir una vergüenza para la familia.

La solución tal vez no esté en la aplicación de una ley, sino en el trabajo sistemático de especialistas en el tema para cambiar la mentalidad de las personas al respecto, que permita la coexistencia entre los semejantes, sin distinción de raza, credo, sexo o preferencia sexual como reflejo de una justicia social homogénea.

El Proceso de consulta popular de la propuesta de Constitución de la República, es muestra de la cultura del debate alcanzada por el pueblo cubano, decisor de su voluntad, inteligente y sabio, quien como dijera el presidente cubano Miguel Díaz-Canel en reciente entrevista concedida a TeleSur, tendrá la última palabra.

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