La emoción habitó en cada espacio del Centro Nacional de Sanidad Agropecuaria. Había muerto la doctora Lidia Margarita Tablada Romero, pero ella decidió retornar para reposar en ese sitio al que siempre entregó sus fuerzas.
Es difícil ceder paso a la tristeza cuando no escapa a la memoria su sonrisa, la voluntad y vocación de vencer, para ella no existían imposibles.
Los testimonios corroboraron una vez más que es absurdo nombrarla en pasado, porque ella deja una huella que compromete a seguir haciendo futuro desde el presente; es quizás la tarea que deja, es tal vez desde ahora la inspiración que significa.
Y volvió a su segunda casa. Allí la esperaba esa otra familia que fundó, que la vio consagrarse, que aprendió a seguir a la científica, pero también a la mujer sensible, a la madre, hija, y esposa, a la amiga y compañera que siempre tuvo de antemano una sonrisa.
Y volvió a su segunda casa. Su hija Mónica esparció sus cenizas como ella dispuso en ese sitio que amó y que atesora su legado. No más lágrimas, no puede tomar lugar la tristeza. Perdura su ejemplo, anima su inolvidable sonrisa.
Hipervínculos
Centro Nacional de Sanidad Agropecuaria
https://www.mes.gob.cu/es/ingreso/instituciones/centro-nacional-de-sanidad-agropecuaria
Lidia Tablada Romero