Unidos por una causa común, la Revolución

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El arrojo y la entereza los inmortalizó. Aquella mañana del 26 de Julio de 1953, no dejaron morir al Apóstol en el año de su centenario y patentizaron sus ideas de libertad y soberanía. Como tantos hombres y mujeres, los hermanos Gómez abandonaron todo lo que les ataba a la vida como simples mortales y se entregaron a una causa común: La Revolución.                                               

Virgilio de 40 años y Manuel Gómez Reyes de 41, hombres de procedencia humilde, obreros, hijos de San José de las Lajas, fueron dos de los cinco integrantes del destacamento revolucionario de mayor edad. También se cuentan entre las parejas de hermanos que aquella memorable jornada grabaron sus nombres en la historia Patria por su entereza y valor.                                                                    

Se recogen testimonios de que el 24 de julio, Manuel llamó a uno de sus hermanos y le comunicó que el momento había llegado, que partían con rumbo desconocido. Le dio algunas instrucciones por si no regresaba. Sin un asomo de nerviosismo, su única preocupación era abandonar a sus familiares sin poder decirles cuál era su destino.                                                                          

Virgilio por su parte, abrazó y besó por última vez a sus hijos y esposa. Luego marchó a reunirse con sus compañeros en el parque Martí, en La Habana, desde donde emprendieron viaje hasta la capital santiaguera.                                                                 

No imaginaron entonces cuánta sangre se derramaría y en qué medida este sacrificio afianzaría los principios revolucionarios y las convicciones de lucha de los cubanos.                          

Asignados al destacamento que tenía como misión penetrar en el Moncada por la posta tres, una vez fracasada la acción no pudieron escapar, apresados, conducidos al cuartel, torturados y asesinados cobardemente ese mismo día. 

El incalculable valor derrochado aquel histórico día dio nombre a la efeméride, desde ese momento, el 26 de julio sería recordado como el Día de la Rebeldía Nacional y renacería año tras año en las paredes del Cuartel Moncada, devenido Ciudad Escolar 26 de Julio.

 

 

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