La amargura de la noticia estropea la concurrencia de palabras, esas que se necesitan en un momento en que una quiere decir y el corazón te abruma.
Se va un gran periodista, un maravilloso compañero, un buen amigo, Los periodistas, sus eternos alumnos, sabemos que hemos perdido a una persona especial que solo podremos honrar siendo mejores cada día.
Su historia personal sabe de un trabajador incansable, consagrado a cada tarea, presto siempre a escuchar a sus compañeros, inmediato, vital y unido a todo ello, un muy buen carácter, santiaguero al fin.
Hasta el último momento que lo permitió su salud estuvo en el hacer laboral, cual Quijote capaz de desafiar adversidades para seguir en el combate cotidiano, siempre con una lección oportuna, de esas que sirven para toda la vida.
Hablar con Moltó siempre resultaba conocimiento, pasión habitaban en sus palabras y una sonrisa era el preludio de cada encuentro.
Ha muerto Moltó, y nos queda su ejemplo, su valentía, su manera muy peculiar de decir la verdad, de conducir una reunión siempre retando al tiempo.
La noticia hoy nos abruma, se ha ido un gran periodista pero también un buen amigo.