Una de nuestras mayores fortalezas (+Audio)

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Estas sonrisas pertenecen a los duendecillos del Círculo Infantil “Víctor González Hernández” de San José de las Lajas.Ellos pertenecen a esa generación de lajeros que liberan una energía capaz de transformar la tristeza en júbilo y alegría. 

Con una creatividad asombrosa construyen sueños tan hermosos como los de la obra “El Principito” de Antoine de Saint-Exupéry, cuya moraleja asegura que lo esencial es invisible a los ojos. 

En estas personitas de quinto año hay en cada arcoiris un milagro que los hace felices, porque viven a plenitud la niñez y se reconocen como lo más importante del mundo para sus padres y educadores en estas instituciones educativas creadas para ellos. 

Cincuenta y seis años cumplieron el 10 de abril estos hogares para los niños en Cuba, una de las bondades de la Revolución Cubana y de su inspiradora principal, Vilma Espín Guillois, la eterna líder de las mujeres en la Mayor de las Antillas. 

El círculo infantil “Víctor González”, conocido como “La Creche”, es el más antiguo centro de este tipo en la capital de Mayabeque, ubicado en la avenida 40, entre 41 y 43, ocupa toda una manzana y posee amplias y confortables áreas para el juego y la realización de las actividades educativas. 

Con una matrícula de 115 niños y niñas desde segundo a quinto año, esta institución cuenta con un huerto de referencia provincial por su excelente productividad. Allí se cultivan vegetales como lechugas, zanahorias, pepinos, acelgas, quimbombó, tomates, ajíes, coles, y muchas otras que se sirven frescas en el menú de cada almuerzo y meriendas de los infantes, además de especias y plantas medicinales. 

El programa para la enseñanza prescolar  está en manos de auxiliares y educadoras con una adecuada preparación quienes profesan mucha ternura y amor hacia los pequeños. 

Entre las actividades programadas no puede faltar la obra del más universal de los cubanos, el amigo inseparable de los niños, nuestro José Martí.Una de las niñas del grupo,  Paulet de la Nuez Torres recita de memoria los versos sencillos y en sus ojos parecen bailar los zapaticos de rosa, cuando imita a Pilar con el aro, el  balde y la paleta.

Como ella, Melisa, Arnel, Raúl y Dacheli pequeños del Círculo Infantil Víctor González, también hacen suya la obra del más universal de los cubanos, el hombre que desde su luz ilumina todos los siglos con la certeza de que la mayor felicidad habita en quienes son la esperanza del mundo.

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