Razones semejantes

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Tal parece que el 23 es una fecha marcada por la historia de Cuba para situaciones de excepción, en que las tensiones se agudizan alrededor de la independencia de los pueblos.

Lo digo porque apenas falta casi un mes para el 141 aniversario de la Protesta de Baraguá, cuando ante la decisión de Maceo de continuar la lucha, el capitán de combate Fulgencio Duarte exclamó aquella frase que los cubanos jamás olvidan: Muchachos, el 23 se rompe el corojo.

Si en aquella ocasión el insipiente pueblo de Cuba estaba amenazado de una potencia colonial, al estilo de la época, hoy la amenaza se cierne sobre la patria americana y apunta directamente a Venezuela, mientras que Cuba está en segundo plano de las prioridades agresivas del colono de la actualidad.

En 1878 se tomó al 23 de marzo para continuar la lucha. Este 23 de febrero en Venezuela se pone en juego la suerte de su pueblo y en consecuencia la de Cuba, América Latina, el Caribe y el mundo.

Esta vez el imperio del norte pretende jugar a la ignorancia  para arrebatar la independencia a la patria de Bolívar y como lobo seguro de sus mañas, le parece tan fácil el bocado, que en sus últimas falacias se ha propuesto eliminar el socialismo cubano, cuando termine su paseo en Venezuela y luego llegar con la misma receta a Nicaragua.

Solo entonces cree poder conciliar el sueño, sin el fantasma socialista rondando en su cabeza.

La situación se torna tensa y se dividen las tendencias. Los oprimidos se suman a la causa del pueblo de Hugo Chávez y Maduro y los seguidores del depredador de seres humanos en todo el mundo le limpian el camino hacia la próxima víctima.

Tal parece que no han leído cuatro páginas de la historia americana e ignoran que la situación actual está más que repetida con el mismo guión y que solo el títere tiene un nombre diferente.

Quizás la lectura de “Operación Cóndor” pudiera refrescarle la memoria a los olvidadizos y quién sabe si podrían cambiar de parecer.

Predecir la realidad un día después del 23 es difícil para los venezolanos y para los cubanos, que tienen también en aquella tierra hermana un nutrido grupo de colaboradores, dispuestos a correr la misma suerte, si los caritativos tíos de las piñas explosivas se atreven a agredir con su “Ayuda humanitaria”.

Como el futuro es hipotético, hay que valorar el presente. Las evidencias muestran a una Venezuela en paz, preparada a la espera de las circunstancias.

Quién sabe si la cordura tenga cabida en el conflicto y se evite el sufrimiento de los pueblos. Pero hasta hoy la suerte está echada y conservar la independencia es la prioridad a cualquier precio.

Estar alerta es la única opción, porque conocemos la conducta del lobo y como dice la oveja en la fábula de Esopo: “cualquier excusa le sirve al tirano”.

El 23 los revolucionarios alzarán las banderas frente al chantaje, para conservar la paz, la dignidad y la independencia a toda costa, con la misma decisión de aquellos, que en la manigua cubana, gritaron sin temor: “el veintitrés se rompe el corojo”.

Quizás sea un capricho o una coincidencia accidental, pero tal parece que se repite en la historia   Parece que el 23 vino a la historia marcado.

Esa será la hora de América Latina. Y si llega,la historia ha de escribirse diferente,y el mundo tendrá que reconocer un antes y un después del 23 de febrero. El después de América Latina tiene que ser resueltamente digno.

Es la hora de América latina, la hora de la lección al gigante de las siete leguas. Si nuestros adversarios quieren, pueden contar entre nuestras carencias a las tintorerías, porque en Cuba no perdemos tiempo con el que se destiñe.

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