La vida azarosa de la mujer

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Arribamos a otro 8 de Marzo y la mujer, en la competencia de la vida,sigue con una carga mayor sobre sus hombros.

En los últimos años mucho se habla de defensa de las féminas, de suindependencia,  la superación,  la necesidad de terminar con laviolencia contra ellas y de otros tantos temas acerca del protagonismofemenino, sin embargo, son insuficientes los saldos.

Si hacemos un balance de nuestras tareas tenemos que:La mujer prepara los alimentos desde el desayuno hasta la última tomade leche del bebé, limpia, lava, plancha, cose y acomoda lashabitaciones del hogar, sale en busca de lo que necesita la familia,está al tanto de los turnos médicos, lleva a los niños a lasconsultas, y también al marido.

Además, hace la cola de la farmaciacuando llegan los medicamentos, va al mercado para adquirir losalimentos normados y liberados, sale a pagar las facturas del teléfonoy la corriente eléctrica de cada mes y lleva la cuenta de losaniversarios y cumpleaños.

Asimismo, la mujer asiste a las reuniones de padres en la escuela, sepreocupa por las tareas escolares,  los remediales, inscribe ylleva a la niña al curso del baile español todos los sábados, o a lasclases de yudo al niño aficionado, colabora con el consejo de padrespara pintar el aula, preparar murales y cumpleaños colectivos,organiza actividades por el día del maestro y muchas más.

En caso de aquéllas que trabajan en la calle, entonces ellas hacentodo lo mencionado anteriormente, más lo que le exige la jornadalaboral, y por si fuera poco, en casi todos los centros, las plazas dedirigentes están cubiertas por mujeres.

Parafraseando a aquel poeta que dijo: “¿qué será de los hombres, eldía en que no puedan apoyar su cabeza en un seno caliente de mujer?”debo añadir que es obligación femenina satisfacer a los hombres en laintimidad, en la que la mayoría de las veces el acto es unipolar.

Entonces nos queda continuar deseando que ellos tengan tantas hazañascotidianas como nosotras y merezcamos un verdadero Día Internacional,en una jornada donde los hombres nos sirvan en todo, desde queamanezca hasta  el anochecer, y por supuesto, verlos pedir, por favorun minuto para leer el periódico.

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