La soledad, esa compañía siempre  presta a llegar

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La soledad, ese sentimiento que a algunos invade, tema además para la poesía, la música, el cine no siempre figura entre los más comunes de nuestros puntos de vista.

Hoy recurro a él, con la `perspectiva de despertar el interés, de motivar a quienes aún no reparan en su trascendencia para sumar voluntades y no hacer que resulte indiferente en nuestras vidas.

Cuba con el triunfo de la revolución trajo consigo un cambio total en el sistema de salud, en las instituciones que prestan atención a personas con necesidades especiales, llámese hogares para niños sin amparo familiar, asilos para ancianos, hospitales psiquiátricos que abrigan a personas que solo ahí encuentran la atención médica que les permite asumir la vida, aspecto que atestigua el carácter `profundamente humano de nuestro sistema social.

Precisamente de una de esas institucionesquiero hablarles, de los asilos de ancianos, donde habitan adultos mayores, algunos sin familia, otros con familiares que no pueden asumir su cuidado.

Son esos recintos, lugares que cuentan con la asistencia médica adecuada, con un personal que  atiende y  brinda comprensión a quienes tienen en ese espacio su hogar; sin embargo, no puedo evitar sustraerme a la realidad que muchas veces deja aposento a la soledad.

La soledad no aparece por arte de magia, aparece cuando una persona se descubre ajena a los suyos, cuando no tiene a su alrededor a alguien que le escuche, que dedique tiempo a sus intereses.

Estar en un asilo, significa garantía, vejez atendida, pero no quiere decir el fin del compromiso de la familia. La lejanía de esta puede hacer más desértica la soledad. La mayor paradoja en este sentido es que la soledad es esa compañera que siempre está presta a socorrer a la nostalgia, la indiferencia y el olvido de los demás.

Quizás conozca a alguna persona que hoy está en un asilo.Basta solo una mirada al tiempo que ya pasó y tal vez recuerde que quien hoy tiene sobre sí las huellas de los años, más de una vez le extendió su mano o le regaló un oportuno consejo.

No olvide a quien hoy tiene una nueva familia, porque usted quizás es más cercana pero ahora se escuda en todos los no puedo, no tengo tiempo, o me queda lejos ese lugar donde está.

Aunque la existencia de los asilos resulta una gran oportunidad para algunos, siempre habita la esperanza en quienes allí pasan días y noches que sus familiares y amigos aparezcan.

Quizás algunos ya tengan los recuerdos nublados, tal vez ni reconozcan a quienes le visitan, pero lo que sí pueden estar seguros es que no renuncian al cariño, al beso o al abrazo que se les pueda dar.

La soledad encuentra alojamiento en muchos que hoy pueden duplicarnos la edad, llega cuando no se espera, detenerla es difícil por uno mismo, pero pensar en ella y meditar en su peso puede hacernos mirar de otra manera esa realidad a la que no somos ajenos.

Quien ha llevado hoy a un familiar a un asilo por la razón que sea, no deje de pensar que ese mismo sitio le puede esperar mañana.

 

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