José Martí: el amigo de todos los niños

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En el corazón de la esperanza del mundo habita el maestro. Para los pequeños de esta isla, no hay hombre más sincero que quien siempre advirtió que los niños son los que saben querer.
Desde la inocencia se venera al más universal de los cubanos. José Martí más que el Héroe Nacional es para los locos bajitos el amigo entrañable, el autor de tantos cuentos y poesías que regala personajes, y que posteriormente tendrán un sitio real cada 28 de enero en el desfile con motivo del natalicio del apóstol.
Y así, desde la sensibilidad y la nobleza se aprende a amar a Martí. Con esa pasión eterna como la que se siente por un padre preocupado por preparar al hombre del mañana. En la Edad de Oro reposa su pensamiento: cultiva, forma valores, establece normas de conductas necesarias en la personalidad.
Cada obra martiana constituye nexos imperecederos con el pequeño lector. Para el mártir de Dos Ríos el niño ha de trabajar, de andar, de estudiar y de ser fuerte. Como también advirtió que la verdadera belleza es la que se lleva por dentro, la que es invisible a los ojos, porque “La elegancia del vestido la grande y la verdadera está en la altivez y fortaleza del alma”. Un alma honrada, inteligente y libre, da al cuerpo más elegancia, y más poderío a la mujer, que las modas más ricas de las tiendas.

Los niños y niñas de hoy ofrecen la rosa blanca al amigo franco. Se vuelve verso y canción. Su imagen funda pueblos porque su obra se contempló también para los pequeños de América.

Para el prócer cubano cuando los niños ríen, se abren los cielos; es por eso que se ganó la devoción de quienes lo recuerdan más allá de la eternidad.

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