Su vocación por el magisterio quedó en reposo tras la voluntad de hacerse a la lucha por la libertad definitiva, fue el más cabal de los combatientes, intrépido y leal revolucionario.
La organización del levantamiento del 30 de noviembre para facilitar el desembarco del Granma, el apoyo a la guerrilla en la Sierra Maestra, su jefatura de Acción y Sabotaje en el Movimiento 26 de julio marca su paso por la historia.
Lo sorprendió el amor, y supo de ese sentimiento sublime, de esa fuerza que sobrepasa riesgos y desafíos, emergió ante su tierra natal como líder a toda prueba, como faro y guía que iluminó el destino de aquella ciudad heroica.
Su muerte, vil asesinato, pleno de cobardía y crueldad, estremeció a todo el país y arropó de rebeldía a la ciudad que lo vio nacer, imposible callar a un pueblo que llevó sobre sus hombros hasta el lecho final a un hijo héroe, el silencio devino himno mambí en terreno insurrecto.
Le habían arrebatado la vida a Frank País García, un joven con los sueños libertarios atados al alma, con el decoro esculpido en las entrañas con la luz que ha hecho caminos hasta nuestros días.