Francisco Rey Alfonso, el incansable buscador

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De danza, tres historias, dos ensayos y una curiosidad es el nuevo título que el investigador de Mayabeque, Francisco Rey Alfonso regala a los lectores en la edición número 26 de la Feria del libro Cuba 2017.

Este intelectual natural de Jaruco quien ostenta entre otros muchos premios, distinciones y reconocimientos, el Sello del Gran Teatro de La Habana dio a conocer el volumen este 14 de febrero en la Sala José Lezama Lima del recinto Morro Cabaña de La Habana.

Allí explicó que el texto es la compilación de varios trabajos suyos diseminados en revistas, periódicos y otras publicaciones, que en su opinión son efímeras, de ahí su interés de agruparlas en un libro que tiene un formato más permanente.

En su casita de la Ciudad Condal donde vive con su anciana madre de casi cien años me recibió para dialogar o más bien para seducirme con su creación más reciente que también se presentará en la feria de Mayabeque.

“Yo ahí yo reúno tres trabajos míos que están dedicados a bailarinas de danza moderna, es ese tipo de bailarín que baila sin zapatos o que baila sin usar la técnica académica. Se trata de tres figuras realmente importantes que estuvieron en Cuba en algún momento  es el caso Loïs Fuller, una norteamericana que es la iniciadora de la danza moderna, la muy famosa y muy conocida Isadora Duncan, que fue la culminación de este movimiento danzario y el arquetipo por excelencia de este tipo de danza y por último una española llamada Carmen Tórtola Valencia, que se presentaba solamente con el título de Tórtola Valencia, quien también hacía un tipo de danza a la manera de Isabela Duncan”.

El incansable Francis, como suelen llamarle los que le conocen logró que el Centro de Estudios Martianos de La Habana publicara en la Feria anterior un libro suyo muy querido Incendio del alma. José Martí y la danza, que mereció antes, en el  2010, el Premio Anual de Investigación Cultural del instituto de Investigación y Desarrollo de la Cultura cubana Juan Marinello.

Y como si el 2016 hubiese sido marcado como el año en que comenzaría a romperse el hielo que se había formado durante casi una década alrededor de sus publicaciones, también se concretó el volumen Gran teatro de La Habana Alicia Alonso. Historia de un edificio. Fue una edición de lujo muy reducida pero que está en manos de prestigiosas figuras del mundo intelectual, artístico y político de Cuba y otras naciones del planeta.

 

En esa elipsis perdemos el rumbo de nuestra conversación para retornar nuevamente a De danza, tres historias, dos ensayos y una curiosidad, un título que los amantes del ballet y la danza no deben dejar de adquirir en esta Feria del Libro.

“Incorporo al libro un trabajo mío llamado Poética de la danza sobre Alejo Carpentier. Los que conocen la obra de Carpentier recordarán que él tuvo una enorme cercanía al mundo de la danza desde el punto de vista periodístico, de discursos, incluso tiene una novela La consagración de la primavera. Y el otro trabajo está dedicado a analizar un ballet del coreógrafo cubano Alberto Méndez que se llama Tarde en la siesta que es una obra emblemática de la coreografía cubana de los últimos años.”

“Y concluyo el volumen con una curiosidad que encontré trabajando en una biblioteca norteamericana. Me quedé un tanto asombrado porque se trata de un libreto de ballet llamado Colón en Cuba, una obra danzaría estrenada en 1832, nada más y nada menos que en La escala de Milán, ese teatro mítico.”

El texto que acaba de ver la luz está encabezado con una especie de prólogo, que según Francis, no es más que una reflexión muy personal sobre cómo él ve que está el estudio de la danza en Cuba desde el punto de vista histórico.

Aunque conozco muy bien al hombre de cabellos grises que tengo frente a mí, indago acerca de cómo pasa los días este orfebre de la historia del ballet cubano, dedicado desde hace 15 años al cuidado de su mamá, una mujer que me sorprende por las fuerzas que conserva a sus tantos años.

“Ella tiene algunas energías todavía, enfatiza. Es difícil en mi situación el trabajo intelectual, pero el vicio mío es estudiar, investigar, escribir, y uno necesita de ilusión para vivir. Ya se sabe que no solo de pan vive el hombre.”

“Una vez que termino las labores domésticas, y sobre todo en las noches trato de mantenerme activo desde el punto de vista intelectual”. Me asegura.

Y para despejar mis posibles dudas comienza a enumerarme algunos de los proyectos que reaniman su apetito voraz por descubrir y encontrar más de la memoria que yace enterrada en entre el polvo y el olvido.

“Tengo un grupo de libros que están parados por falta de información, información que yo no puedo adquirir porque me es imposible ir a las bibliotecas y los archivos como lo hacía antes”.

“Le estoy dando los toque finales a un libro acerca de un bailarían de Jaruco que es Aníbal Navarro, que se llama Héctor Aníbal González Navarro quien este año cumple su centenario. Quiero enviarlo también a la Editorial Montecallado de Mayabeque para publicarlo y así hacerle justicia a este artista tan importante de la danza, lamentablemente desconocido, increíblemente desconocido”.

“También estoy trabajando en un estudio sobre música colonial cubana, que quizás pueda salir por el Museo de la Música. Eso sin descontar con otras cosas que guardan relación con Jaruco porque trabajo como investigador del museo de esta Ciudad Condal”.

“Por ejemplo tengo abierta una investigación sobre la Educación en Jaruco en la etapa colonial y trabajo a la vez en un libro muy importante de un español que vivió en Jaruco muchísimos años que se llama Regimiento de caballería, voluntarios en Jaruco, un texto que aporta una información tremenda. Y así paso mis días jaruqueños, a ver qué me depara la vida”.

Alejado de los grandes eventos públicos Francis recuerda sin nostalgia el glamour de las recepciones y los cocteles del mundo del arte, los fuegos artificiales, los aplausos, la vida social, los paseos a los grandes teatros, su paso por las universidades de España y Estados Unidos donde se estudian muchas de sus conferencias y se comparten todavía muchos de sus saberes.

Hoy el hombre que ha desnudado hilo a hilo al ballet para ponerle el ropaje de la historia con su estilo distinguido y único, asume su rol de hijo bueno y dedicado, pero sin dejar a un lado su amor por el ballet, por la danza y por el arte, y mucho menos su vicio de incansable buscador.

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