Fidel es Revolución

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 “Al final del viaje comienza un camino,­/ otro buen camino que seguir descalzos/ contando la arena./ Al final del viaje estamos tú y yo intactos,/ quedamos los que puedan sonreír/ en medio de la muerte, en plena luz.”     

Silvio Rodríguez

Escuché el concepto de Revolución expresado por Fidel el primero de mayo de 2000. Me pareció en principio otra de las lapidarias lecciones de un hombre que en medio de las tormentas hizo la calma y la luz para su gente. Sin embargo, el verdadero sentido de aquellas palabras me las enseñó Irania Martínez García.

A Irania la conocí hace una década en San José de las lajas mientras intentaba replicar un proyecto suyo tan hermoso como singular, al que denominó (CEPRU) Centro Procesador de Residuales Urbanos.

Ella acababa de llegar de Guantánamo y la primera vez que nos vimos estaba en medio de un vertedero con sus botas y su sombrero. Reconozco que la primera palabra que vino a mi mente fue locura, cuando la contemplé de aquel modo, hurgando en la basura con otras dos compañeras

Pero a los pocos minutos de conversación ella estaba en los versos de Silvio donde se quedaría para siempre porque la vida colocaba frente a mí a la mujer más loca,  más sana, más pura del mundo, y desde aquel instante deseé que nada la debía curar.

El propósito de Irania era transformar el vertedero en un lugar útil y saludable. Reciclar la materia prima, utilizar los componentes orgánicos para hacer fertilizante, rescatar las semillas y plantarlas para construir un bosque y llevar a la comunidad un mensaje de amor por la naturaleza, el medio ambiente y la vida eran las premisas de su acción.

En Guantánamo ella transformó el mayor vertedero de la provincia oriental cubana en jardín, en un bosque, en un centro de trabajo. Y aquella idea le mereció el Premio Nacional de Medio Ambiente a mediados de la década de los noventa.

En aquel primer encuentro me confesó que la impulsaban dos cosas, una, la muerte de una niña a causa de la leucemia, la otra, el concepto de Revolución de Fidel. Enseguida lo sacó de su cartera y desgranó aquel racimo de verdades para mí, enfatizando que esas palabras que llevaba siempre consigo en un trozo de papel plasticado, eran como su biblia o su talismán.

Sin sospecharlo, aquella mujer rara, sin academia pero con una sabiduría natural que le proporcionaba su sensibilidad casi irracional, me regaló una gran lección: Revolución, al decir de Fidel, es una invitación a ser buenos, a ser justos, a tener valor y por sobre todas las cosas, a amar al amor y a Cuba.

Así es como debe interpretarse ese compromiso que se ratifica con el concepto de Revolución de Fidel ahora mismo en mil lugares diferentes a lo largo de la Isla.

Se trata de transformar cada firma en un consentimiento individual en favor del bienestar colectivo, se trata de seguir andando por la ruta que el Comandante trazó. Es un camino que tiene sombras, muros, escollos, pero que, definitivamente, enriquece, ilumina.

 Revolución: es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional, es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo.

 

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