En tiempo como este…los imprescindibles

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Los comentarios por estos días, en que Irma ocupa titulares tras su paso por el Caribe apuntan a dos personas que por costumbre hicimos muy nuestras. Su presencia ante la televisión, resultaba esperanza, seguridad y también conocimiento: Fidel y Rubiera.

Al líder de la Revolución Cubana a quien entre tantos epítetos, se sumó el de cazador de huracanes, era natural verlo en estos tiempos de eventualidades en diálogo directo con José Rubiera, preocupados ambos por el curso del ciclón de turno, con los detalles precisos de los cuales todos aprendimos.

A Fidel, no había quien lo atajara, escuché decir a un vecino ayer, él casi que se enfrentaba a los ciclones, y sabia de ellos, Flora fue el bautizo de agua para el Comandante.

Y es que su recuerdo siempre estará presente, porque siempre  estuvo, contra viento y marea, en ese desafío perpetuo a la adversidad para sobre ella mitigar desastres, resarcir daños y sobre todo prevenir desde la educación temprana en esos menesteres, desde la disciplina y el buen tino ante la naturaleza.

Varias generaciones crecimos prestando debida atención al parte del tiempo en el Noticiero Nacional de  Televisión. José Rubiera, devenido personaje público, llegó a cada hogar con un sello que lo arropó de certeza; tal vez por eso, ahora jubilado, aun cuando otros profesionales de la Meteorología continúan su labor, mayorías se preguntaban dónde estaba Rubiera.

Y es eso, es la buena costumbre que tuvimos de seguirle, de aprender desde sus conocimientos compartidos, más allá del especialista que es, está el comunicador que dejó como buena siembra conceptos, consejos y su mirada, esa que sentimos como cobija a las preocupaciones, como certeza y guía.

Su presencia anoche en el estelar informativo de la Televisión Cubana sin lugar a dudas fue emotiva, y más saber que estará junto a los nuevos especialistas de la Meteorología con los pormenores de la trayectoria del potente huracán  Irma.

Fidel por estos días de azotes de la naturaleza, vuelve, se extraña su presencia. Muchas veces yo me decía que casi hablaba más que Rubiera, no dejaba de preguntar, era inquieto y constante.

Evidentemente se hace presente en este tiempo en el que ser cautelosos y disciplinados es elemental para preservar la vida, desde su sabia también llega ese legado, es obvio que aprendimos a saberlo eterno.

A Fidel siempre lo vimos ocupar la primera línea de combate para enfrentar los peligros de agresión militar que acecharon a  Cuba sin reparar en los riesgos a su propia vida.

 

Pero también lo  vimos con igual arrojo  ante cada huracán que azotó o amenazó al país. El drama vivido en la región oriental  por el lento y errático paso del ciclón Flora en  octubre de 1963, tuvo al Jefe de la Revolución en el mismo escenario de la tragedia, al frente de las operaciones de rescate y salvamento de la población amenazada por inundaciones de magnitud sin precedentes.

 

Así ante cada eventualidad era común verle en el Instituto de Meteorología  o en un programa informativo de la televisión, tras cada detalle, con la mirada y el pensamiento más allá de lo probable. Ya les decía, por estos días, se le recuerda, y extraña su presencia.

 

 

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