Consumamos la propuesta decorosa

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Vivimos un impresionante proceso civilizatorio informático. Los consumos culturales se verifican ahora no solamente a partir de los medios tradicionales, como en otros tiempos. El género humano cuenta hoy con alternativas múltiples que parecen infinitas. Cada vez resulta más difícil establecer jerarquías artísticas auténticas, y menos todavía, encauzarlas como propuestas únicas.

Ahí está la conocida propuesta del ya fallecido musicólogo cubano Danilo Orozco: Mucho cuidado con pensar que la onda ahora es imponer lo que se crea que es bueno, aunque lo sea, suprimiendo lo que se crea que es malo, aunque lo sea”. Es decir, la censura ni las medidas draconianas jamás resolverán un problema tan complicado como el gusto estético y el consumo de la cultura. El propio Danilo Orozco hablaba de una pretendida dinámica contradictoria de horizontes culturales.

 El proceso civilizatorio informático contemporáneo condiciona el conocido apogeo de las sugerencias audiovisuales. La lectura y otras vías del conocimiento exponen un retroceso indiscutible. No se trata, por supuesto, de emprenderla contra la tendencia de ir más a lo audiovisual, sino más bien jerarquizar la obra digna, la que hace crecer, la que instruye y sobre todas las cosas, sensibiliza.

 El pensamiento hegemónico imperial estimula a una industria del entretenimiento cada vez más creciente. Se busca que la gente desconecte de la realidad del mundo, y se sabe desde el amanecer de la humanidad que la verdadera obra de arte no puede desentenderse de la responsabilidad ética ni de la necesidad de transformar cada entorno de hombres y mujeres.

 Con buenas intenciones, suele hablarse de enfrentar el paquete audiovisual. Quizá será mejor interactuar con él. No se olvide que el pensamiento revolucionario de hoy se autodefine como de contracorriente. José Martí aconsejaba ganar a pensamiento la mayor guerra que se nos hace. Que la gente consuma la propuesta decorosa, la que defiende utopías y engrandece el alma, resulta a lo mejor la empresa inacabable.   

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