Conrado Marrero entre los grandes del montículo

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Buscando entre los pitchers de la pelota cubana los nacidos en abril, la historia nos trae a Conrado Marrero Ramos, quien nació el 25 de este mes, en Sagua la Grande, provincia de Las Villas, en el año 1911. 

Conrado Marrero, como muchos cubanos de su tiempo, sintió atracción por la pelota desde bien temprano; sin embargo, las circunstancias hicieron bastante tardía su aparición en los juegos oficiales. Al inicio, se desempeñaba en la antesala y el jardín izquierdo, aunque también le gustaba la misión de cuarto bate.

Quizás nunca pensó desempeñarse como lanzador, pero ya había demostrado cierta habilidad en algunos lanzamientos,  por lo que las circunstancias en algunos juegos hicieron que el también conocido como El Guajiro de Laberinto, se hiciera respetar en el montículo.

Pero el hecho que marca el momento de su determinación por la lomita tiene lugar en el año 1935, cuando se produce el encuentro entre el equipo organizado por el Casino Español de Isabela de Sagua y el conjunto de la Casa Stony, del territorio de Cienfuegos, como visitador, en un juego en que Marrero se hizo cargo de la pelota y derrotó al equipo sureño.

Como resultado, después de aquel juego, los Cienfuegueros le propusieron a Conrado jugar con su equipo y desde aquel día estuvo en aquella plantilla. A partir de entonces comienza a cosechar grandes éxitos.

Fue un triunfador natural en el beisbol en ocho temporadas comprendidas a partir de su integración al equipo Cuba de beisbol amateur. Se integró a las series mundiales en 1939 y ya en la segunda serie mundial Conrado Marrero aparece en la nómina de pitchers, junto a Pedro Natilla Jiménez, Eliecer Alvarez, Wenceslao González y Mario Tamayo Saco.

En ese evento mundial, en el propio año 1939, Marrero dejó a la selección de  Estados Unidos en solo 3 carreras con apenas 5 hits, le propinó nada menos que 12 ponches y le regaló 4 bases por bolas,  en 9 innings, mientras Cuba anotó en 13 ocasiones y de esa forma el excelente lanzador consolidó su primer triunfo en eventos internacionales con la particularidad de que el primer triunfo fue en la capital cubana, en el estadio de La Tropical.

Más tarde, pasa a las filas del profesionalismo con los Indios de Juárez, de México, donde ganó 28 juegos, y perdió 8.

Sus ocho temporadas en el béisbol amateur le permitieron un récord de 127 victorias y solamente 40 derrotas en su exitosa participación en series mundiales.

Su entrada en las grandes ligas de béisbol fue también algo singular, pues mientras los atletas tratan de llegar jóvenes, Marrero entró a los 39 años, lo que no dejó de ser un inconveniente para él por los comentarios desafortunados de peloteros y directores de equipos, que ante su edad evidente, no creyeron el ardid de su manager, que lo inscribió como nacido en 1917, cuando en realidad había nacido 6 años antes. Tal fue la reacción, que la prensa llegó a llamarle nada menos que “el novato de 40 años”

No obstante, Marrero logró enrolarse con los Habana Cubans durante tres temporadas y demostró su calidad con una soberbia actuación de 70 victorias. El hecho causó tal impresión en Clark Griffith, dueño de los Senadores del Washington, de la Liga Americana, que lo contrató sin escuchar las opiniones en su contra.

Conrado Marrero se reconoce como uno de los más excepcionales pitchers cubanos de todos los tiempos, quien se impuso en todos los terrenos por su exquisito control y  preciso dominio de la zona de strikes, seguido por las multitudes, al punto que luchó por alcanzar la condición de Mejor Novato en las Grandes ligas, ya casi con 40 años.

Las hazañas deportivas de Conrado Marrero fueron grandes a pesar de las críticas por su baja estatura y su apariencia alejada del clásico modelo de pitcher. Pero sus habilidades como lanzador fueron resumidas  por el receptor cubano Andrés Fleitas quien capturó sus lanzamientos en series mundiales, tanto en la liga amateur como en el club profesional Almendares,  cuando  aseguró que Marrero podía liquidar juegos de 9 entradas con 89,  93 y 95 lanzamientos, con solo 10 o 15 rectas en todo en encuentro.

Entre los reconocimientos conferidos a Marrero a lo largo de sus 20 años de carrera, sobresalen el calificativo de El premier y la nominación para el altar de los Eternos y el Salón de la Fama de Cooperstown.

Su retiro del deporte activo data del año 1958 y a partir de entonces se dedica a la formación de pitchers en varias provincias. Sus grandes logros le valieron el reconocimiento de Héroe del Trabajo de la República de Cuba y la Orden Lázaro Peña y Gloria del Deporte Cuban. Se desempeñó como entrenador del equipo Granma.

Cada 25 de abril el veterano lanzador cubano recibe el reconocimiento de los amantes del béisbol que conservan en la memoria la gran labor de esta joya deportiva y ponen en la práctica diaria sus enseñanzas en un país donde la pelota seguirá siendo la gran pasión de siempre.

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