La coccidiosis es la enfermedad producida por un grupo de protozoarios denominados coccidios de los cuales se destacan el género Isospora y Eimeria. Estos afectan fundamentalmente a los animales jóvenes extraviados y a aquellos que habitan en lugares hacinados (criaderos y perreras), los cuales tienden a tener tasas de infestación más elevadas.
Esta enfermedad se trasmite por medio de alimentos y aguas contaminadas con heces fecales cuando se tiene a los animales en malas condiciones de higiene, es decir con pisos húmedos y facilidad de contaminación fecal de los alimentos.
Los coccidios alcanzan su capacidad infectante cuando están en forma de oocistos esporulados, estos penetran por vía oral y viajan al intestino delgado donde se desenquistan destruyendo las células epiteliales provocando inflamación (enteritis). Este fenómeno conlleva a una mala absorción que produce disminución del peso corporal, que lo lleva a un estado de desnutrición y anemia progresiva, agravándose aún más con la pérdida de sangre en las heces fecales, lo cual puede provocar la muerte.
La mala absorción resultante puede crear además alteraciones intestinales, permitiéndose así la proliferación de agentes secundarios oportunistas que pueden dar lugar a procesos infecciosos que traen consigo la presentación de fiebre, pérdida de apetito y depresión del animal. Los coccidios liberan ciertas toxinas que dan lugar a trastornos nerviosos como salivación y temblores musculares en los miembros posteriores.
Otros síntomas y lesiones que pudieran presentarse son heces amarillentas, diarreas copiosas, fétidas, con manchas de sangre; en los casos avanzados aumentan el pulso y la temperatura, sensibilidad a la presión en el abdomen, pelaje erizado y desprovisto de brillo. En el intestino se presentan úlceras y hemorragia petequial o difusa.
La profilaxis consistirá en evitar la contaminación de los alimentos y el agua de bebida por los oocistos de coccidios mediante la cloración de agua. Las perreras deben estar limpias y desinfestadas.
