Celebramos el día del idioma español

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La lengua es el componente idiomático de la cultura. Y si la cultura nos diferencia decisiva y definitivamente del resto de los animales, la palabra resulta el milagro.

Celebrar cada 23 de abril supone repensar la formación de la nacionalidad cubana, desde la Antropología Lingüística. Será una tarea inacabable, pero el Día Internacional del Idioma determina la necesidad de los recuentos.

La lengua es un hecho vivo, que nace, se desarrolla, cambia y hasta puede morir. En Cuba, además del consabido ajiaco, así definió Fernando Ortiz a la Cubanidad, habría que considerar la auténtica democratización de la cultura vivida después del triunfo de enero de 1959.

En la Mayor de las Antillas, la lengua nacional tiene sus colores y características muy peculiares en relación con el resto de Hispanoamérica. El español se impuso como lengua nacional, es verdad, pero en el mestizaje biológico está el influjo arahuaco.

Existe una larguísima lista de palabras arahuacas: caoba, tabaco, bohío, y huracán para solo citar algunos ejemplos. De origen africano se preservan muchas voces, fundamentalmente en la ritualidad.

El idioma registra identidad, por sus marcas lexicales y hasta por su manera de cantarse.  Es el modo de exponernos cual somos, ni más ni menos.

El recuento por el Día Internacional del Idioma apunta, por suerte, a reconsiderar juicios establecidos. La lengua, ese milagro de la palabra, sigue obrando por el ser humano.

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