“queda siempre un poco de todo, la única carencia total es el olvido”. Miguel Barnet
La vida que no se murió
Soplillar fue en otro tiempo una palabra invisible, no más. Quienes nacieron en ese puntito verde-gris del mayor humedal de Cuba, la Ciénaga de Zapata, debieron conformarse por muchos siglos con ser nadie, y permanecer sepultados por “la podredumbre de los años muertos, de los vegetales que no pudieron serlo, de la gente que no pudo serlo”, como dijo el cuentero mayor de Cuba, Onelio Jorge Cardoso.
En las dos últimas décadas los padres en los países desarrollados han sido testigos una serie de fenómenos en los menores de edad que hasta entonces no habían llegado a la categoría de “preocupantes”: La obesidad infantil, la violencia en las aulas, el estrés y la depresión en los menores, los embarazos no deseados y el fracaso escolar han pasado al primer plano de las intranquilidades tanto de los progenitores como de los gobiernos de los estados, y es que la incidencia de estos problemas se ha incrementado de maneraalarmante.
“Enseñar puede cualquiera, educar solo quien sea un evangelio vivo” sentenció José de la Luz y Caballero, destacado pedagogo cubano, premisa que hace suya Amelia Guerra Cotilla, educadora del Jardín “Infantil Ricitos de Oro”de San José de las Lajas.
Un valor esencial en el desarrollo de la personalidad es la honradez.Mencionada en libros, reconocida en frases de personajes célebres, estampada en murales, pero no siempre referencia en consejos comunes, tema de conversación en la familia y de referencia en las aulas en todos los niveles de enseñanza.
Cuando se hable de esa mezcla increíble de bondad y fiereza, cuando se aluda a la dulzura y al ahínco, habrá que retomar entre tantas cubanas a una heroína, distinguida siempre por la sencillez, por una sonrisa sublime y amor profundo a la patria.
“Fuenteovejuna lo hizo”, así cierra Lope de Vega su clásico drama histórico donde se cuenta cómo un pueblo es capaz de unirse y resolver sus problemas.
Obrar puede la capacidad innovadora y convertir en valiosos objetos como salidos de un cuento de hadas los sueños. Así todos los meses mes las educadoras del círculo infantil Dulce Sonrisa de San José de las Lajas se reúnen cada mes para confeccionar juguetes, en un pequeño espacio al que laman taller de la creatividad.
¡Ay que felicidad como me gusta hablar Español!, acuña una guaracha del trovador cubano Pedro Luis Ferrer que hizo época en la década del 80.
En mi barrio, uno de los más poblados de San José de las Lajas habitan varios bebés; cada vez que suena el claxon de un automóvil la tranquilidad desaparece y los pequeños se despiertan y lloran debido al intenso ruido.
Elvira González Paneque, además de mi vecina es una mujer con una historia para contar, de esas que corroboran no hacen falta alas para hacer realidad un sueño, sobre todo cuando voluntad y perseverancia andan unidas.