Aquel horrendo crimen aun sin castigo

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Cada 6 de octubre los recuerdos se agolpan como hace 41 años en que adolescente, por vez primera experimenté una sensación extraña: una mezcla de dolor, indignación y tristeza.

Un avión de Cubana de Aviación había caído en pleno vuelo fue lo primero que supe, en breve la noticia corrió despavorida: era un crimen, un sabotaje que cegaba la vida de 73 personas. ¡Que horror!

Era la aeronave 455 de Cubana de Aviación en la que viajaban, entre otras valiosas personas, el equipo de esgrima de Cuba, ganador de todas las medallas de oro en el Campeonato Centroamericano. Jóvenes felices, con una victoria que revelaba el esplendor alcanzado por esa disciplina deportiva.

Eran seres inocentes que no habían dañado a individuo alguno, cada quien con metas y sueños, truncados así por así, solo por el más impúdico propósito de dañar a Cuba, de doblegar, de poner de rodillas, pero, ¿a qué precio?, ¿De qué manera tan ignominiosa?

Personas inocentes perdieron la vida a consecuencia de un asesinato, un vil asesinato alentado por quienes no perdonan aún el camino escogido por la mayor de las Antillas, 73 personas inocentes murieron por esa manera enfermiza y obstinada, gestada por quienes no cesan de agredir y golpear.

Recuerdo siempre ese día y los que siguieron, abatidos por la tristeza, una tristeza compartida, visible. Fue la primera vez que sentí el peligro, el peso del odio. Fue la primera vez que supe no estaba ante un libro de historia leyendo los sucesos de Playa Girón, la crisis de octubre, los alzados del Escambray. Fue la primera vez que sentí la alianza del terror, el odio y la injusticia.

En las calles, las personas aún sin conocerse hablaban de aquel crimen y sus víctimas, de aquel dolor que se sentía muy propio; las imágenes están ahí, y la tristeza de entonces cada seis de octubre reaparece cual reclamo de justicia.

Cuatro décadas han transcurrido y aquel hecho que enlutó a Cuba permanece impune; la voladura de la aeronave 455 de Cubana de Aviación en la que 73 personas perdieron la vida, víctimas del terrorismo aún espera porque la justicia actúe.

Aquel 6 de octubre de 1976 marcó con dolor infinito al pueblo cubano que no ha dejado de llorar a sus víctimas y aún cuando la vida sigue su curso clama porque la justicia ponga fin al odio vestido de terror y muerte, ese mismo odio que aun alimenta a los que impunemente andan libremente sin que el crimen les pese.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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